12 septiembre 2006

La hora de la siesta

Cualquier sitio es bueno para echar una cabezadita, pero bien podría estar muerto este pobre hombre. En pleno Mercado de Ameyoko, Ueno yacía más agustito que todo. Unos detalles: ceño fruncido y boca semiabierta delata un sueño placentero y profundo y claro no repara en que se le ha caido el mechero. Pie retorcido y piernas dobladas tocando pared para no perder el norte cuándo estás bolinga, así tienes controlado el norte cuándo todo te da vueltas. Manos vendadas y recogiditas en el pecho debido a las pisadas de los transeuntes de anteriores siestecitas.
Felices sueños!

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El pie me ha dado escalofrios. Y le falta la dentadura!!!!! yo no vuelvo a comer pipas

4:57 a. m.  

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